"Desde principios del nuevo siglo, el campo iberoamericano de la percepción pública de la ciencia y la tecnología creció y se diversificó en varias direcciones. En esta contribución revisamos qué aprendimos gracias al esfuerzo de cooperación regional sostenido en el tiempo. Mostramos, por una parte, que la ciencia tiene prestigio y reputación, indicios de autoridad social y cultural elevada. También exponemos que la ciencia y la tecnología tienen públicos múltiples y diferenciados, en los que se aprecian marcados efectos de estratificación social. Ponemos de manifiesto que las actitudes hacia la ciencia y la tecnología configuran un mapa rico y complejo en matices, en el que las valoraciones positivas —indicadores de autoridad cultural— coexisten con críticas moderadas. Y sostenemos que ambos aspectos son necesarios para una correcta gestión de los asuntos públicos y el desarrollo de una cultura de la ciencia en democracia. En función de estos análisis, planteamos que la agenda de corto plazo enfrenta desafíos democráticos de índole diversa. Por un lado, incluir a la población desfavorecida que no disfruta de los bienes culturales de la ciencia y tecnología, y, por tanto, mejorar la equidad y la cohesión social. Por otro lado, enfrentar las amenazas que suponen las epidemias de desinformación (fake news, fake issues y sensacionalismo, entre otras). Por el otro, comprender las implicaciones profundas de nuevas innovaciones tecnológicas (sistemas autónomos, edición genética y uso masivo de datos, entre otras) en un escenario de privatización creciente del conocimiento."
Recuperado de: http://ojs.revistacts.net/index.php/CTS/article/view/136/128