La crisis desencadenada por la pandemia hizo patente la necesidad de buscar nuevas alternativas para el desarrollo latinoamericano. Planteos análogos se habían hecho cuatro décadas atrás. Desde entonces, la propuesta de transformación productiva basada en la educación y el conocimiento tuvo escasa concreción, los avances hacia la equidad han sido modestos y la sustentabilidad ambiental no dejó de erosionarse. Ante tales desafíos, cabe afinar una perspectiva interdisciplinaria para los estudios del desarrollo, prestando especial atención al poder, a la promoción de la agencia de los sectores postergados y a las confluencias de actores. A escala planetaria, se plantea una tensión fundamental entre las formas predominantes del crecimiento económico y los requisitos de la preservación del ambiente. Una de las transformaciones necesarias para afrontarla es la que apunta a producir de formas mucho más inclusivas y sustentables que al presente, lo cual no es viable sin un papel del conocimiento avanzado diferente del actual y, en América Latina, mucho mayor. Ese enfoque lleva a explorar las posibilidades de los procesos de aprendizaje en distintos ámbitos de la sociedad. Ello se ve dificultado por las configuraciones dominantes de poder, interno y externo, que signan la condición periférica de nuestra región. Los aportes de la investigación latinoamericana durante la pandemia podrían abrir, en lo político y lo ideológico, espacios mayores para aprender e innovar de modo de producir mejor y más frugalmente. A título de ejemplo se formulan algunas sugerencias para la acción.